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Vitivinicultura y curiosidades

Vino y queso

Vaya por delante que vino y queso no son la pareja perfecta. La suya no es precisamente una historia de amor. De esta enemistad histórica, y de la costumbre de los antiguos bodegueros de disfrazar los defectos de un vino malo con una tapa de queso para engañar a los marchantes de granel, surge la expresión popular «que no te la den con queso«.

¿Quién dijo que vino y queso no casan?

¿Quién dijo que vino y queso no casan?

La razón es sencilla. Al contrario de lo que se cree y a pesar de nuestro empeño por casar dos manjares tan exquisitos, las proteínas y las grasas del queso bloquean las moléculas responsables de los aromas del vino (tinto) y, a su vez, los taninos del vino ocultan el sabor del queso. Sin embargo, existen excepciones, como la que sucede con los blancos, que potencian su sabor con la mayoría de los quesos, y viceversa.

Si a pesar de la sabiduría popular quieres unir queso y vino sin que ninguno pierda su protagonismo en la boca, toma nota de los siguientes maridajes perfectos y aprende los trucos para elaborar la tabla de quesos y armonías definitiva.

10 claves para maridar vino y queso

Te enseñamos algunas armonías impecables para disfrutar de ambos manjares y enardecer las características de cada uno. Para que, hablando de vino, no te la vuelvan a dar con queso.

1. En líneas generales, un buen consejo es combinar los quesos de sabor fuerte con tintos jóvenes, blancos melosos, espumosos con estructura o vinos dulces naturales, y los quesos de sabor delicado con vinos tintos con cuerpo, blancos secos, rosados semisecos o espumosos.

2. La mayoría de los quesos franceses de pasta blanda (Camembert, Brie, etc.) pueden llegar a destruir la expresión de un vino tinto, pero son magníficos compañeros de blancos secos y minerales, como los elaborados a partir de uva sauvignon blanc. Si estamos en territorio nacional y tenemos a mano un Queso de Tetilla, un San Simón o un queso mallorquín tipo Mahón, apostaremos por blancos jóvenes, ligeros y afrutados de Navarra, Galicia o Penedés.

3. Los quesos de pasta cremosa también hay que pensarlos bien. Prueba a servir una copa de cava o champán brut con una Torta del Casar, un queso de la Serena, o de Cantabria, en su defecto. Comprobarás cómo la efervescencia del vino le dará un agradable latigazo a ese punto graso del queso de untar. Los tintos vigorosos y de buen aroma también funcionan.

El queso azul, mejor con Jerez.

El queso azul, mejor con Jerez. Consejo Regulador de Vinos de Jerez

4. Casi todos los quesos azules, tipo Roquefort, Cabrales, Gamoneu o Stilton, agradecen tintos fuertes y con cuerpo, blancos jóvenes y secos con buena estructura y grado alcohólico, incluso espumosos frescos y florales para limpiar la potencia de estos quesos. Aunque el perfecto equilibrio se consigue con vinos dulces oscuros y poderosos, como los PX, los Oportos o los monastrell mediterráneos.

5. El queso de vaca u oveja de pasta dura (Ibérico, Manchego, Idiazábal, Roncal, Zamorano) debe reservarse a tintos más estructurados, a vinos con categoría y aporte de madera presente, como los de La Rioja, el Bierzo o la Ribera del Duero. También pueden ir bien con blancos de chardonnay. Aunque los muy curados funcionan mejor con un amontillado o un palo cortado jerezanos. De hecho, los vinos de Jerez son los verdaderos todoterreno a la hora de armonizar todo tipo de quesos, sobre todo los más potentes.

Frutos secos, uvas, manzana, fruta y semillas de granada, para redondear.

Frutos secos, uvas, manzana, fruta y semillas de granada, para redondear.

6. Apuesta por los maridajes por contraste: el queso Roquefort, por ejemplo, resulta exquisito con un Sauternes, y el Cabrales asturiano adquiere otra dimensión con una copa de malvasía canaria. El dulzor de estos vinos somete la potencia de este tipo de quesos y acentúa su redondez.

7. Para armonizar con vino el Parmigiano Regiano, uno de los más antiguos y apreciados del mundo, hay que tener en cuenta su maduración. Un Parmigiano de entre 12 y 18 meses de curación presenta un sabor suave y armónico, y resulta especialmente agradable con vinos blancos espumosos. Los de más maduración, entre 22 y 24 meses, es mejor combinarlos con tintos de cuerpo medio, como el Sangiovese di Romagna, el Gutturnio o el Chianti Classico, si optamos por vinos italianos, o con un Rioja, un Ribera o un Priorat, si nos quedamos en España.

Para armonizar el Parmigiano hay que tener en cuenta su curación.

Para armonizar el Parmigiano hay que tener en cuenta su curación. Parmigiano Reggiano

Y para los más viejos, los de 30 o 40 meses de maduración, hay que pensar en vinos con cuerpo y estructura como el Barolo, Barbaresco o Brunello di Montalcino, blancos con madera o trabajo de lías o, por qué no, un jerez amontillado.

8. Otro amor incondicional es el que existe entre el queso Cheddar y el vino tinto ligero, el blanco suave o las burbujas. El feta, por su parte, se toma en Grecia con tintos ligeros o blancos con potencia de fruta.

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9. Tres maridajes que nunca fallan: el queso Gruyere se complementa a la perfección con los vinos blancos semidulces, el Brie con vino tinto, y el Camembert con cava.

10. Los quesos blancos y suaves, como el de Burgos, también se pueden tomar con vino. Elige un blanco ligerito o un rosado de esos que hacen gala de sus aromas a bayas y violetas, y disfruta de un bocado verdaderamente exquisito. Al fin y al cabo, uvas con queso saben a beso.

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¿Cómo combinar vino y queso?

El vino y queso son dos de los grandes placeres de la vida. La mayoría de la gente tiende a maridar el queso con vino tinto, sin embargo, hay muchas más posibilidades. Aunque no hay reglas estrictas cuando se trata de maridar el vino y la comida, es importante tener en cuenta cómo el vino y el queso influyen el uno en el otro, y qué vinos y qué quesos son mejores para ir de la mano.

¿Sabías que en otras épocas cuando posibles clientes visitaban las bodegas a menudo se les ofrecía un poco de queso antes de catar el vino? Esto se hacía con la intención de enmascarar los posibles fallos que ese vino pudiera tener, ya que el sabor y la grasa del queso hacían que el paladar tuviera menos sensibilidad. Afortunadamente hemos avanzado, y hoy en día tenemos una enorme variedad de vinos y de quesos maravillosos entre los que elegir.

Cuando maridemos vino y queso la clave está en unir intensidad de sabores, texturas, acidez y taninos. Las posibilidades de maridaje son infinitas, por lo que, para hacerlo más fácil, he dividido los quesos en diferentes categorías:

Tipos de queso y vino

Quesos curados, maduros y con mucho sabor, como Manchego o Parmesano, tienden a tener sabores intensos, y combinan mejor con tintos de mucho cuerpo, por ejemplo, un Burdeos mezcla de Cabernet Sauvignon y Merlot o un buen Rioja Reserva. Otra posibilidad es probar un Chardonnay con toque de roble o un Amontillado Sherry. El queso curado tiene una mayor concentración de sabor, que suavizará los taninos en los tintos. Mientras tanto, el sabor del queso no eclipsará un blanco con roble ni el inconfundible toque a nuez del Amontillado.

Quesos frescos, como Feta, Ricotta y Mozzarella suelen ser más lácteos y suaves, por lo que lo ideal sería que los combinases con un fresco y joven Pinot Grigio o un Verdejo seco o con un tinto que sea bajo en taninos, como un Pinot Noir, Gamay (Beaujolais) o un Zweigelt de Austria.

Quesos semi-suaves, con sabores más delicados, como un Gouda, Gruyere o Havarti, maridan mejor con blancos secos, o quizá con un tinto con notas de roble o especias como un Garnacha de Aragón o un Syrah del Ródano.

Los quesos cremosos, como un Brie o un Camembert, requieren vinos con un nivel más alto de acidez natural para equilibrar la grasa del queso. Un buen Riesling, un Albariño o, incluso mejor, un Godello, que tiene una textura ligeramente oleosa, junto con su alta acidez natural. Otra opción es un vino espumoso, porque las burbujas y la acidez combinarán de manera muy agradable con el queso cuando los tomes.

¿Y qué hay de un queso azul fuerte como un Cabrales, un Stilton o un Gorgonzola? En ese caso lo que mejor funcionará es un estilo de vino que contraste completamente. Prueba un Sauternes, un Port o un Riesling última cosecha y te sorprenderás de cómo se equilibran la intensidad natural de sabores, texturas y dulzor de uno y otro, haciendo un maridaje gastronómicamente perfecto.

Maridar vino y queso es una estupenda forma de experimentar y encontrar tus propias preferencias, a la vez que pruebas vinos que quizá no suelas comprar, como un Jerez, vinos dulces o vinos espumosos de calidad. ¡A disfrutar!

Conclusión final, las mejores combinaciones de vino y queso

En conclusión, lo importante es elegir sabores y aromas que se complementen. Los quesos de sabor más suave deben ir acompañados de vinos blancos secos, tintos jóvenes e incluso cavas. Los quesos más intensos maridan a la perfección con vinos dulces y tintos con más cuerpo como crianzas o reservas.

Finalmente, os mostramos una lista de combinaciones vino y queso que tienen un precio acorde con su calidad y las estrictas exigencias de su elaboración. Así pues, si quieres adquirir ya uno de estas, aquí te dejamos un listado.

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